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LA SOLIDARIDAD EN LA POLÍTICA

“Rara vez se presenta grandes oportunidades para ayudar a los demás, pero sí se presentan pequeñas todos los días”.

La Constitución Política de Colombia, inicia definiendo la solidaridad, como uno de los principios fundamentales en los cuales se cimenta el Estado Social de Derecho. Se entiende como ese deber de todo ciudadano de vincular su propio esfuerzo y actividad al beneficio e interés general de la colectividad.

Para el derecho significa el establecimiento de una relación de responsabilidad que se comparte entre individuos y que responden jurídicamente ante obligaciones que nacen de ahí. La Iglesia asemeja más al sentido moral, por cuanto acerca su definición al concepto ético de ayuda mutua o desprendimiento participativo del adepto con sus semejantes iguales

En la política se pretende que el ciudadano se incorpore al cumplimiento de metas sociales, sobreponiéndose al interés particular para asumir una vez elegido el rol de servidor público y darse en el cometido de cumplir con las funciones públicas establecidas reglamentariamente.

La Corte Constitucional en especial y las otras, describen redundantemente el término, como principio esencial del desarrollo general que pretende la misma ley, para que se logre socialmente cierta sostenibilidad, eficiencia y se garantice la protección de los derechos fundamentales, dentro del marco filosófico que se le dio a la carta política.

Desde éstos puntos de vista, cuando la comunidad se manifiesta solidariamente con coyunturas anormales de la población, está asumiendo ese papel de cumplidor de deberes que la misma Constitución le ha impuesto, compensatorios a su vez de la obligación del Estado para con el pueblo, es como un dame y tenga de ciudadanos enfocados a disfrutar en conjunto una sociedad equilibrada.

No siempre el Estado tiene la capacidad de acometer por el bienestar de ciertos grupos, que terminan marginándose del desarrollo y sufriendo consecuencias adversas en salud, alimentación, economía, a la que adhiere el ciudadano pero no como plan de entregar una limosna, confusión posible por el altruismo o generosidad del donante, sino que se objetive como parte que va más allá de un programa de ayuda humanitaria, sobre las bases para que se genere un programa de beneficio social sostenible.

La solidaridad indubitablemente conduce hacia la paz, cuando traduce la desconfianza en una fértil colaboración, coqueteando con la amistad y la reconciliación. ¿Hasta qué punto los actores del conflicto armado manifiestan su abierta y pragmática solidaridad con quienes ellos mismos han victimizado?

La situación actual del país consecuencia del cambio climático, desacertados programas estatales de prevención, política y falsas promesas electorales, que no solucionan la hambruna o malestar social, finalmente despiertan en la gente ese ánimo de querer ayudar, concibiendo que con un día y una dádiva cambie para el oprimido su estatus mísero.

Ahora es que politiqueros aparecen en los barrios marginales haciendo de la pesca electoral su deporte favorito y aparentando querer ayudar entregando míseras limosnas condicionadas a un voto favorable el día de elecciones, y aunque esa ayudita no viene mal y que el desprevenido y potencial votante bien podría recibir en su beneficio debe concientizarse que ello compraría su conciencia y que ese ejercicio de dar su voto por un tamal no es el que mejor ha dado resultados posteriores para el beneficio general.

Vienen las efusivas manifestaciones de solidaridad de politiqueros con el pueblo, esté atento ciudadano, reciba el tamal si no tiene asco, cómaselo y después vote por el mejor candidato a conciencia, Ud. no es solidario ni se obliga con la corrupción, el populismo ni la demagogia.

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