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Martín, un ídolo del pueblo que  se hizo con esfuerzo propio

Martín Elías Díaz Acosta, así fue bautizados un niño que nació en Valledupar de la mano del ‘cacique de la junta’ Diomedes Díaz ya desaparecido y Patricia Acosta, hijo de una dinastía, que aunque no toca ningún instrumento, se han convertido en una dinastía de voces, sus hermanos, sus tíos, sus primos, todos partícipes y grandes representantes de la música vallenata.

Martín Elías fue un niño que  comenzó a cantar a los 11 años, a esa edad grabó su primera canción, pero según versiones de la mamá a temprana edad ya el mostraba sus dotes para el canto, y expresaba esa alegría y admiración por ese papá con el que Dios lo bendijo. Ese artista a sus 26 a años, a fuerza de trabajo y perseverancia  logró estar posesionado como uno de los mejores artistas vallenatos, al punto de llegar a ser este año como un referente de imitación a nivel Nacional,  lo que permitía divisar a este artista que prometía grandes cosas para el folclor vallenato  y muchos decían que era el único representante que quedaba en representación del vallenato autóctono.

Para nadie es un secreto que Martín rebosaba en la humildad, era un muchacho carismático, querido por muchos, pero la gran reflexión alrededor de esta muerte nos lleva a dos  grandes conclusiones, la primera no muy buena, es que Martín Elías, fue víctima de su imprudencia marcada por  el exceso de velocidad, por los afanes, por no tener la prevención a la hora de entender, que estaba cumpliendo con una agenda laboral y no del disfrute y eso lo conllevo a ese desenlace fatal que hoy nos tiene a todos tristes.

La otra gran conclusión  es que Martín Elías pese a que era hijo de Diomedes, no podemos decir que sus triunfos, sus alegrías y todo lo que representó su nombre se debió al nombre del papá, porque si eso fuera así, tuviéramos a unos 10 o 15 Martín Elías alrededor del triunfo y la alegría del Cacique, el éxito del gran Martín Elías se debió a su perseverancia, su amor a la música y su humildad que estaba por encima de todo, eso lo fue llevando a escalar paso a paso, poco a poco, sin rencores de ninguna especie; Martín era un muchacho sin malicia en la cabeza, porque en medio de tantas cosas que muchas veces intentaron hacerle como vetarlo en algunos espectáculos, nunca intentó levantar una mano en contra de alguien, yo recuerdo cuando con frases jocosas me decía ¡Jesús deja eso quieto que eso se le entrega a Dios!.

En medio de todo el llanto esta tragedia nos deja como enseñanza que es bueno perseverar y luchar por nuestros sueños y mucho más cuando encontramos lo que amamos, pero al mismo tiempo se necesita tener templanza y dominio propio de nuestras acciones,  para no sufrir consecuencias lamentables como la sufrida por este joven artista.

 

 

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