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UN COMPROMISO CON AMOR

 

“HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE” Con esta cita sencilla,  y significativa, de las escrituras, recordando  a los hijos el deber que tienen para con sus padres.

Las generaciones actuales enfrentan enormes desafíos en cuanto a mantener intacto el hogar y cuidar de los padres en medio de alocada vida moderna. Los padres llegan a una edad adulta con condiciones físicas que requieren de cuidado, es necesario que sean los hijos quienes les brinden atención. Es un privilegio tener padres cuando llegan a mayores.

El motivo por el cual los hijos deben tener alguna obligación con el papá y la mamá es según los expertos  La GRATITUD. El sentimiento de Gratitud  que se le tiene a los padres; nace del corazón de nuestro interior, del aprecio a lo que alguien hizo por nosotros, gracias a ellos desde bebés se preocuparon por darnos el cuidado y bienestar, nos corresponde responder a estas acciones que hicieron.

Los hijos tienen que mantener las relaciones parentales en el lado afectivo, una comunicación constante, fomentar el apoyo moral, ayuda emocional y atención en caso de una enfermedad. Entre éstos la relación con los padres, a veces sufre desproporcionalmente, hijos y padres a menudo viven lejos, se comunican poco y llega el momento , cuando lo único que los une son los recuerdos de la niñez y la herencia, lo cual origina crisis en la familia.

Los hijos aprenden  a ser padres de sus padres. Este aprendizaje se lo han tenido que ir enseñando, sus propios padres, a través de las enseñanzas y práctica de la virtudes y valores humanos.

A continuación traigo un texto de mucha reflexión.

LA MESITA DE LA ABUELA

Una señora que había vivido toda la vida con su marido, quedó viuda cuando estaba próxima a cumplir los ochenta años. Sus hijos, que desde hacia tiempo se habían independizado y tenían cada uno su propia familia, se reunieron para decidir qué hacer. Todos estaban de acuerdo en que no podían dejarla sola, pero ninguno quería llevarla a vivir a su casa. La idea de llevarla a un hogar de ancianos también fue descartada, pues todos alegaron no contar con el dinero suficiente para pagar la mensualidad. Ya estaban a punto de pelearse, cuando intervino la nieta preferida de la señora, una encantadora niñita de cuatro años, hija del menor de los hijos, y dijo que ella quería que su abuelita se fuera a vivir a su casa. Ninguno se atrevió a decir que no, pues la niña era la adoración de toda la familia, y además la abuela estaba presente cuando la pequeña hizo su ofrecimiento.

Desde la muerte de su esposo el ánimo de la señora había decaído mucho y su salud había empezado a deteriorarse rápidamente. Su hijo y su nuera no le tenían  la más mínima paciencia y a todo momento la regañaban y la hacían sentir torpe e inútil. Con frecuencia le gritaban y a veces la tomaban de los hombros y la sacudían, reprochándole sus achaques. La falta de consideración a la señora llegó a su punto máximo, cuando decidieron instalarle una mesita en un rincón del comedor, para no tener que verla temblequeando y dejando caer gotas de sopa o granos de arroz sobre el mantel.

Un día, al llegar del trabajo, el padre encontró a su  hermosa hija tratando de construir algo con sus bloques de madera de juguete. Cuando le preguntó su padre que estaba haciendo, la niña le contestó inocentemente: estoy construyendo una mesita para que tú y mamá coman cuando estén viejos. Al oír a su hija hablar así, al hombre se le encogió el corazón y corrió a contarle a su esposa, con lágrimas en los ojos, lo que la niña acababa de decir.  Desde entonces la abuela volvió a tener un lugar en la mesa, y fue tratada por su hijo y su nuera con el respeto que se merecía.     (Hermanos Grimm)

Recuerde: como tú trates a sus seres queridos, así mismo algún día te tratarán. Porque lo que siembres, eso mismo vas a cosechar y la cosecha es mayor que la siembra

FELIZ INCIO DE SEMANA AL CESAR Y LA GUAJIRA

 

 

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