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Contralores, quítense el tapabocas

Hace ocho años, la Contraloría Departamental del Cesar se convirtió en una tumba, y no porque allí reposen los muertos, sino por el silencio que reina en donde se creía era el principal órgano de control fiscal del departamento. Hace ocho años, se desconoce si se han presentado hallazgos fiscales en las alcaldías del Cesar donde tienen injerencia, en los hospitales de la red pública, y en demás entidades que reciben recursos del Estado y que esté bajo la lupa de este órgano de control. Este medio de comunicación conoció que las auditorías se vienen realizando en todo el Cesar según el cronograma, pero algunas comisiones que estarían enviando desde dicho órgano para realizar las inspecciones estarían arreglando por debajo de la mesa antes de presentar los hallazgos. Esto se estaría presentando en las alcaldías y hospitales de la red pública.

La Contraloría del Cesar se convirtió en el muñeco político útil para los que tienen el poder, más específicamente desde que un gobernador después que terminó su mandato se le ocurrió la grandísima idea de colocar en dicho entre de control, a través de su primo quien fungía como presidente de la Asamblea, a su exsecretario general como contralor, es decir poner al que firmaba los contratos y convenios con algunos municipios, a realizarles control fiscal desde la Contraloría; no obstante, la desfachatez no terminó ahí, sino que hace dos años, la casa del poder, puso como contralor a un familiar cercano a la casa de gobierno, quien en dos años de estar en el cargo, no se le ha escuchado el primer ruido para al menos decir: esta boca es mía.

Dicen que los amarres políticos de quienes lo eligieron lo tienen cobrando sueldo en la entidad, aunque muchos aseguran que los controles fiscales desde ese órgano de control sí se vienen realizando; sin embargo, se desconoce porque existe un silencio sepulcral para develar los hallazgos que se han encontrado, como los hacían saber los contralores que estuvieron antes de los dos últimos puestos por la casa de gobierno. La calle conoció que la Contraloría estuvo realizando inspección en municipios como Astrea, El paso, Chimichagua, San Alberto, Bosconia, El Copey, pero pese a las reiteradas denuncias realizadas por este medio de comunicación, se desconoce si dicho ente de control reveló hallazgos de tipo fiscal o que haya dado traslado a hallazgos de tipo disciplinario o penal a los otros órganos de control y de investigación.

Por la misma senda anda la Contraloría de Valledupar, y la Contraloría Gerencia – Cesar, la primera en manos de la esposa de un asesor y ‘amiguis’ del alcalde de Valledupar, la mujer solo cacareo una sola vez recién llegada a la silla y, al parecer, le pusieron una mordaza pues nunca más se le escuchó la voz, y la Contraloría Gerencia – Cesar, encargada de vigilar las inversiones realizadas con recursos de regalía en el departamento, está pero ciega sorda y muda desde que abandonó esa entidad José Soto Murgas, y aunque muchos que nos lean fuera del contexto del Cesar pudieran decir que el no realizar pronunciamiento sobre hallazgos fiscales puede ser un buen presagio y pensar que se estén haciendo las cosas bien, por el contrario, en el Cesar el entramado de corrupción es tan grande que si ninguna de las tres contralorías existentes en el departamento funcionan es porque las cabezas en estas entidades, desde antes de pandemia, les pusieron el tapaboca y no precisamente de tela, ni quirúrgico ni mucho menos N95.

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