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LA CUARENTENA NADA TIENE QUE VER, YA VENIMOS ASÍ

Por: Lina Mendoza Portillo

Con el aislamiento preventivo los días sicológica y emocionalmente duran más de 24 horas; tanto que, encima de levantarme tarde, hacer trabajos, leer noticias, jugar en el celular y ver redes sociales, tortuosamente me queda tiempo para contemplar la existencia. Hace dos días aproximadamente estaba perdiendo el tiempo (porque hasta para perder el tiempo, hay tiempo) en Instagram viendo una cantidad de tonterías que entretienen, de pronto vi una noticia que recién había publicado la revista Pulzo acerca de un médico, que literalmente decía “Uribista que caiga en mis manos considérese un Uribista menos. Así hago el bien x2. Dejo un ventilador disponible y dejo un Uribista menos al país” y yo me pregunté: ¿tan jodidos nos tiene la polaridad política en este país? O son efectos de la cuarentena.

Luego, vi en noticias que en Bogotá sacaron a una familia, dos señores de edad y una menor por no pagar el arriendo en plena noche, sin dinero y para rematar con frio y me pregunté de nuevo: ¿tan mezquinos somos? O es la cuarentena. Posterior a ello, leí en el periódico La Calle que en un corregimiento cerca de Valledupar los habitantes saquearon un camión que transportaba víveres y me cuestioné de nuevo: ¿tan perdidos están los principios? O es la cuarentena.

Casos como los anteriores están multiplicados, pero no acabaría de mencionarlos y la intención acá no es recopilar toda la desgracia que se vive en el día a día, sino de exponer una crítica que en últimas se cristalice en una reflexión. Y es que definitivamente, el encierro nada tiene que ver con nuestros comportamientos, ya venimos así, somos incapaces de sobrellevar cualquier situación extraordinaria, tanto que apostaría mi vida en decir que el mundo no se acabaría por alguna catástrofe sino por la incesante necesidad del ser humano en destruir y destruirse, asimismo. En economía se usa un término para describir al ser humano; depredador, eso somos; una sociedad voraz y destructora de la fuente natural de su propia vida, una manada de personas incapaces de ayudar sin pedir a cambio, incapaces de comportarnos e incapaces de compartir. Por eso vemos brechas tan míseras como alguien que está en su casa regocijándose en lujos que ni siquiera usa y grabando tonterías sin sentido para subirlas en redes, con el cinismo de subir mensajes religiosos acerca de cómo llevar esta cuarentena y luego vemos el otro extremo, personas que no tienen ni siquiera para el desayuno por que viven de lo que ganan saliendo cada día la calle.

Las noticas que he estado viendo en esta última semana no muestran los efectos de la cuarentena, es el reflejo de lo que somos y que con tiempo disponible agudizamos. Algunos creen ser los dueños del futuro y otros se sienten tan desgraciados que actúan de la peor manera para afianzar que eso fue lo que les tocó.

Y el problema no solo somos los colombianos, para nada, sino el mundo. La sociedad en general esta tan perdida que, por ejemplo, en Estados Unidos el vicegobernador de Texas dijo, que los ancianos deben sacrificarse para salvar la economía de Estados Unidos ante la crisis del covid-19, para no sacrificar al país, al sueño americano. ¿Se dan cuenta? Ya no hay mucho por rescatarse y menos cuando, ante tal escenario muchos norteamericanos salieron en su defensa. También debo mencionar al Vaticano, con tanto dinero que tienen y solo le ofrecen al mundo una misa, ¡UNA MISA! y por supuesto que la fe en estos momentos de crisis es importante, pero hombre, se requiere dinero para comida y otras necesidades para los más vulnerables ante la crisis.

Y es que dinero para solventar este mundo hay, lo que escasea es el sentimiento del bienestar común y el amor real, el querer ver a todos bien y no estoy hablando de un sistema socialista, no me malinterpreten. Hablo de un sistema justo, donde se pueda comprender que todos al nacer tenemos el derecho de vivir de la mejor manera, no bajo las condiciones que una élite imponga. Y analicen que no me equivoco: ¿han notado que si se podía buscar alternativas más creativas para impactar la economía adelantando giros de programas sociales?, ¿han notado que los bancos si pueden revisar paquetes de ayudas en plazos, tasa de interés y refinanciación de deudas?, ¿que si es posible hacer un acto social a nivel mundial para frenar la llamada “sociedad de consumo” y observar que estamos acabando con el planeta atrozmente? y ¿Qué definitivamente los gobiernos si se pueden poner de acuerdo para cambiar un poco el motor del mundo y no depender solo del enemigo de la naturaleza “el petróleo”? aquí el problema entonces retorna a lo ya dicho, estamos en manos de narcisos apegados al poder.

Sin embargo, no quiero ser pesimista del todo. También se ha podido apreciar a través de diferentes medios la bondad de muchos en el mundo y en nuestro país, personas que con posibilidades económicas han salido y han entregado ayudas en diferentes formas, instituciones internacionales y medidas económicas de los gobiernos, como las del presidente del Salvador que, valga la pena aludir un poco utópicas pero que en últimas son esperanzadoras. Y aquí concluyo: ni los de las buenas acciones, ni los de las malas acciones actúan de tal modo por efectos de la cuarentena, ya todos venimos así.

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