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La danza también tiene su día

El Día Internacional de la Danza se celebra el 29 de abril desde que fue establecido en 1982 por el Comité Internacional de la Danza del Instituto Internacional del Teatro (ITI). Esta fecha conmemora el nacimiento (en 1727) de Jean-Georges Noverre, bailarín y maestro  considerado el creador del ballet moderno.

Cada año el ITI encarga a una personalidad conocida del mundo de la danza la redacción de un mensaje que es leído en todo el mundo. El objetivo de esta celebración y de ese mensaje es el de unir todas las danzas en este día, para celebrar esta forma de arte y mostrar su universalidad.

«Todo comienza con movimiento, un instinto que todos tenemos con el que buscamos comunicarnos. Así como una técnica perfecta es fundamental e impresionante, en última instancia lo que el bailarín expresa con el movimiento es la esencia».

Como bailarines, estamos en constante movimiento aspirando a crear inolvidables momentos. Así que cuando de pronto no se nos permite bailar, con teatros cerrados y con festivales cancelados, nuestro mundo llega a pararse. Sin contacto físico. Sin actuación. Sin espectadores. Jamás en la historia reciente la comunidad dancística se había visto desafiada de tal forma para permanecer motivada y encontrar su razón de ser.

Es precisamente cuando algo precioso se nos ha quitado cuando verdaderamente apreciamos hasta qué punto es vital lo que hacemos y cuánto significa la danza para la sociedad en su conjunto.

Los bailarines son reconocidos continuamente por sus proezas físicas, cuando en realidad nos sostenemos más por nuestra fuerza mental. Creo que es justamente esta combinación única de agilidad de lo físico y lo psicológico lo que nos ayudará a sobreponernos, a reinventarnos para seguir bailando y seguir inspirando».

Por su parte, el Presidente del Consejo Internacional de la Danza (CID)- UNESCO, Alkis Raftis, ha hecho público el siguiente mensaje:

Hace 80 años, Europa vivía el año 1941: gran parte de Europa está ocupada, se impone el toque de queda, la radio está prohibida, a veces no hay electricidad. Las familias pasan largas horas de la noche en casa sin nada que hacer, en condiciones que conducen a la depresión y la crisis nerviosa; se desesperan.
Los abuelos vienen al rescate: sus recuerdos se remontan a la época en que las personas podían crear su propio disfrute, cuando no dependían de la televisión, de salir a cenar, ir al cine o asistir a eventos.
Tenían entretenimiento activo, no pasivo. Los más jóvenes habían perdido la capacidad de disfrutar, contar historias, contar chistes, cantar y bailar en casa en buena compañía.
Los ancianos se convirtieron en el alma de la fiesta, cantando viejas canciones, bailando las danzas, y reuniendo a toda la familia con ellos, además de los vecinos. Así es como las canciones y bailes medio olvidados saltaron de una generación a otra y sobrevivieron, produciendo después de la guerra un renacimiento de las danzas tradicionales.

Como profesionales de la Danza, piensen en su papel en la situación actual de pandemia, encierro y toque de queda. La gente les necesita ahora y les necesitará después de esta crisis. Produzcan una vacuna contra el virus del alma: ustedes saben cómo hacer bailar a la gente. ¡Escuchen la llamada: respóndanla!

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