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MOVILIDAD CULTURA Y CORRESPONSABILIDAD CIUDADANA

Uno de los factores de mayor debate y crítica social desde la óptica urbana es la MOVILIDAD, entendida esta como circulación de personas y vehículos, por el malestar cotidiano que genera esta acción (la de movilizarse) como el afán de realizar con prontitud los desplazamientos realizados.
Es un fenómeno urbano mundial apreciado más en occidente y en el oriente, visible en medios televisivos, por la magnitud del tránsito de personas, automotor, motos y bicicletas, que genera euforia colectiva de desespero y afán de llegar a sitio de destino.
Valledupar, como ciudad intermedia, no es ajena a estos traumatismos en el tránsito vehicular, no tanto de personas, como otras ciudades capitales de nuestro país. En medios de comunicación ya se ha presentado el debate en la temática con defensores y argumentadores que aun en la ciudad no se presenta este traumatismo que si se aprecia en Bogotá y como soporte anuncian que es una ciudad pequeña, que todo queda cerca, que puede recorrerse a pie y su fuente fundamental de argumento es precisamente la cantidad de tiempo empleado.
Desde la otra orilla en contrario, existen formadores de opinión que critican la ausencia de política por parte de la administración municipal porque se evidencian trancones vehiculares y una significativa cantidad de motos que obstruyen la normalidad de la circulación.
En el tema existe, en conclusión, pro y contras, no tanto de la efectividad de políticas adoptadas, como si de la acción que el impedimento de la circulación que genera anormalidad en el clima social en que discurre la vida urbana de la ciudad.
Este editorial, desde la óptica de formación de opinión que el semanario señala como rol misional, deja sobre la mesa el debate que pueda suscitar la temática, la necesidad de abordaje del proceso social que encarna la movilidad como función de política pública que mejore o contribuya en mejorar el bienestar y desarrollo socio, económico y político del territorio
La secretaría de Tránsito y Transporte municipal como su nombre lo dice, tiene como objeto el tránsito, entendido este no solo como el vehicular, sino el de personas. En este contexto, se han establecido estrategias de movilidad que lamentablemente no se han constituido en política pública, porque ataca solo el tema de la movilidad y tránsito vehicular mas no hace relacionamiento con el comportamiento ciudadano que debe adoptar el residente, el rol que debe jugar el conductor.
Se ha realizado inversión en proyectos conducente a indicarle mediante aproximación al conductor de normas mínimas, aprovechando los semáforos de circulación urbana y eventos de capacitación a infractores de estas normas. Estos contratos estatales han recibido critica conducente, pues la efectividad en visión corto placiste no se observa, dado que no es cemento, sino que el producto actúa en la psiquis del colectivo social, con el convencimiento de la estrategia, que en futuro próximo, este conductor infractor, no repetirá acciones violatorias a la convivencia ciudadana y su marco regulatorio.
No obstante, el abordaje del tema, además de la capacitación se requiere acompañamiento de sanciones ejemplarizantes por infracción de parqueos en vías arterias inadecuados, circulación restringida vulnerada, utilización de ciclo rutas por motociclistas impropios, conducción desprevenida con utilización de celulares, conducción de automotores sin utilización de cinturón de seguridad y un sinfín de factores que vulnera el marco legal.
Como el proceso social de una política pública que valore y cuantifique el grado de corresponsabilidad de conductores y peatones en vías urbanas es disyuntivo, por la dificultad de reunir a todos los actores. Desde este semanario le proponemos al Alcalde se estudie la posibilidad como política pública de cultura ciudadana, la inversión de recursos en cámaras en las intercepciones del centro de la ciudad en su primera fase o ampliando las existentes, para que en ejercicio de la autoridad exigida, se empiece a sancionar a conductores infractores, mediante foto multas, tal es el caso de Bogotá y Medellín, donde no solamente los carros foto multas, sino las cámaras de CCTV realizan permanentemente dicha labor generando comparendos automáticos que lleguen simultáneamente a correo electrónico o residencial del infractor.
¿De dónde sacar los recursos? Contando con el Fondo de Seguridad Ciudadana que recibe contribuciones del 5% de las obras civiles que realice el municipio, como con recursos de libre destinación de la sobre tasa de la gasolina y recursos concurrentes del Ministerio del Interior se podría adelantar la convocatoria pública para la ampliación de las Cámaras existentes.
Adicionalmente el mismo hecho de las sanciones, generarían recursos para la sostenibilidad de dichos dispositivo de seguridad y circulación ocupado al desarrollo y ejecución del proyecto de las ZONAS AZULES que ya le hemos escuchado al Alcalde beneficiando a población vulnerable como madres cabeza de hogar, población desplazada que reciba capacitación en el tema de regulación de tránsito para que atienda las zonas azules, como en Manizales y Santa Marta, exitosas en el ámbito nacional de ciudades intermedias preocupadas por la política pública .
El tema da para largo y ancho, pero queremos desde esta tribuna, abrir el debate público frente a la solución del problema, porque es innegable los bajos niveles de cultura ciudadana que generan ineficiente actuaciones como corresponsables del comportamiento ciudadano en mejorar el ambiente y la calidad de vida en nuestra ciudad.

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